05 abril 2006

Marbella y más allá

Marbella, como acostumbramos a decir, no es más que la punta del iceberg. Aún cuando es de lo más escandaloso que podemos oír, ver y leer relativo a la política en general, no es un caso aislado ni mucho menos. Podría hablar del cobro de comisiones, del cohecho, y del enriquecimiento ilícito y a costa del herario público, como un fenómeno global abarcando esta definición las mismas connotaciones que el terrorismo de Al-Qaeda o la tomadura de pelo del mercado económico mundial. Sin embargo, prefiero limitarme a nuestro país.

Supongo que a poco se les habrá escapado que los ayuntamientos son un nido de corrupción a escala, como acabo de decir, global. Si realizámos un estudio entre 5.000 personas, diez por ciudad de entre las 500 más pobladas, estoy seguro de que el 100% contestaría que está claro que alguno de sus dirigentes municipales ha puesto la mano, el canastillo, el bolsillo, aprovechando alguna actuación del consistorio. Aquí no vale el "nadie es profeta en su tierra"; por cercanía, conocemos a los sinvergüenzas.

Lo que no todos conocemos son los medios de los que se sirven; sabemos que muchos barren la plata para casa pero no entramos en detalles de los procedimientos que aplican para tamaña salvajería. Me propongo explicar algunos.

El primero y más rentable es el de la privatización de los servicios públicos, es decir, la adjudicación de servicios a empresas privadas. Por ejemplo, el de agua y basura, el de recaudación de impuestos, el de limpieza, el de grúa, e incluso el de la asistencia a la tercera edad. Depende mucho del tamaño de la localidad, pero juro no equivocarme al afirmar que en aquellas medianamente grandes, es decir entre 50.000 y 100.000 habitantes, adjudicar el servicio de aguas tiene un "precio de mercado" en torno a los 600.000 euros. Cantidad que por supuesto luego se reparten los golfos en función de su jerarquía, entrando también lógicamente gente que no ostenta cargo público alguno. Son los "segundos alcaldes", tan conocidos en los mercados de abastos, peluquerías y bares de nuestros queridos pueblos.

Podríamos mencionar también la compra de bienes de todo tipo. Desde coches hasta un cortador de césped, un equipo de sonido o mobiliario y sistemas informáticos. En estos casos, los que han podido vivir un cambio de color en su gobierno local, habrán percibido también como el nuevo gabinete elige a nuevos proveedores, por lo general gente afin al nuevo partido o amiguetes. De esta forma, llegan a acuerdos del tipo "este cortacésped cuesta 400 euros, pues tu me lo vendes en 1600 y nos repartimos la diferencia". Es muy habitual, tant que se produce a diario. Así, se crea un desvío ilícito de los dineros públicos. Vamos, técnicamente, se materializa un robo. Pensemos por un momento: los 180 euros que pagamos hace un mes por nuestro coche en concepto de impuesto de circulación (si, esos mismo 180 y no otros, puesto que en los ayuntamientos existe "caja única"), terminan en el bolsillo de un delincuente que además es de guante negro.

Cuando la situación se tensa y estos casos salen a la luz, los responsables municipales en estos casos se limitan a negarlo todo y justificar los sobreprecios por la "falta de liquidez municipal", argumentando que los proveedores inflan las facturas al saber que tardarán en cobrar más de lo normal.

Existe una variante de la técnica anterior. Eres un proveedor al que el ayuntamiento debe dinero (como todos). Un buen día aparece un señor, normalmente el "segundo alcalde" arriba mencionado, y te ofrece un trato: por una 15% de esa cantidad adeudada, mañana mismo te hacen la transferencia. La mayoría acepta o.... se resigna a esperar algunos años.

De los pelotazos urbanísticos poco se puede hablar, ya conocemos el caso de Marbella. Pero hay otras estrategias no tan descaradas y que pasan desapercibidas. Las administraciones autonómicas, por ejemplo, se han visto forzadas a gestionar directamente las actuaciones en rehabilitación de viviendas. Y es que algunos ayuntamientos, a través de las empresas públicas correspondientes, terminaban metiendo la mano. También tenemos otros casos de perfil extremadamente sibilino, como edificios que debían constar de bajo, tres plantas y ático y misteriosamente cuentan con bajo, cuatro plantas y ático. Esa planta de más le permite construir seis viviendas, cuyo precio de construcción está entre los 24.000 y los 50.000 euros, entre tres y cinco veces su precio de venta. Es decir, que fácilmente ladrón y sinvergüenza de turno se encuentran con una bolsa de 500.000 euros de beneficios cuyo reparto ya ha sido previamente consensuado.

También es práctica habitual la venta de suelo público a precios muy por debajo de su real en el mercado. Por ejemplo, un solar de 2.500 metros cuadrados se puede vender a 50 euros el metro cuadrado cuando su precio real rondaría los 180. Resultado: el ayuntamiento ingresa 125.000 euros que deberían haber sido 450.000. Esa diferencia, 325.000, que se ahorra el promotor inmobiliario, puede conseguirse por unos simples 120.000 bajo cuerda para el cargo público correspondiente, fedatarios municipales incluidos.

Veamos un caso aún más complejo. En el normal desarrollo del Plan General de Ordenación Urbana de la ciudad, el consistorio se propone desarrollar un área determinado. Para ello y siguiendo lo que marca la ley, distribuye una unidad de actuación de x metros cuadrados (normalmente decenas o centenas de miles) en tipos de construcción, espacios verdes, zona para servicios etc... Generalmente, como se las saben todas, usan sus habituales artimañanas para impedir una ubicación demasiado lineal de los núcleos de población. Es decir, aquí caben trescientas viviendas unifamiliares y en esta parcela adyacente quinientas, pues en medio pongo una zona verde. Así, mañana viene uno de los constructores inmobiliarios a pedirme que ponga esos arboles y bancos justo cien metros más allá, para poder yo centrar mis esfuerzos en un proyecto más coherente. Eso, lógicamente, cuesta dinero bajo cuerda. Y mucho.

Faltan mil y un casos tipo más que delatan la corrupción generalizada que existe en los ayuntamientos de nuestro país, pero creo que con lo expuesto ya es bastante para que nos hagamos una ligerísima idea.

Hagan números.

30 enero 2006

España, ¿se derrumba?

Vivimos agitados continuamente, zarandeados por los medios de comunicación gracias a su brutal cobertura del asunto del Estatuto para Cataluña. Viniendo de parte de ciertos medios, este zarandeo es terriblemente preciso, un ataque a la línea de flotación de nuestras ideas. Ya estamos acostumbrados.

Parece que España se derrumba, que el apocalipsis está cerca y que quizá sólo algunos trogloditas del ejército español podrían evitarlo. El ambiente está tenso y algunos aprovechan para meter más cizaña, es más, es que son los responsables directos de ello. No aceptan la derrota, y si no fuese porque los tiempos han cambiado, volveríamos a vivir otro "quieto todo el mundo". ¿He mencionado a Tejero?. Juro que fue sin querer, y que no tiene absolutamente nada que ver con que este golpista comparta las mismas tesis que Mariano Rajoy. Será casualidad, como también lo será que la misma iglesia católica se pase la mañana lanzando ondas electromagnéticas al aire, conteniendo éstas la verborrea más rancia y parcial que existe en la europa unida, con permiso de ciertos sectores franceses y otros austríacos.

El partido en el gobierno, por su parte, pretende terminar cuando antes con este asunto que le está infiriendo un fuerte desgaste. La orden a Zapatero ha sido Estatut sí, pero ya, conscientes de que cuando esto concluya se comenzará a notar que no era tan malo el lobo como lo pintaban. Algunos, bajo cuerda y a escondidas concluyen que "lo que le de a ese, dénosle a nosotros también". Que se lo pregunten al gobierno de la Comunidad Valenciana. Y al andaluz, al extremeño o al leonés, pasando incluso por el madrileño. Aquí todos quieren la pasta, que en definitiva es de lo que se trata, de que las administraciones más cercanas a los ciudadanos sean las que gestionen los fondos. Otro tipo de lectura me parece como poco confusa, aunque claro está, es sólo mi opinión.

Opinión que puedo expresar libremente ahora, sin un gobierno apuntándome a la cabeza y esperando a verme despotricar para señalarme como rojo, terrorista o primo de Saddam. Sí, yo uso detergente también, ¿cómo si no iba a lavar la ropa?. Si le parece al caballerete, se la paso semanalmente a su esposa, que de eso de subyugación femenina sabe mucho, o si no recuerden lo que dijo sobre las virtudes de la Cenicienta en esa abominación literaria que debió componer tras largas sesiones en la bodeguita. Ah, no, que allí no bajaba ella, ya saben el chiste... no sea que los invitados se decidan a meterle mano a la botella.

España no se derrumba: progresa. Hoy puedes quejarte y ser recibido por el blando, que al final te das parte de lo que quieres y que por eso está apodado zapatonto. Aquel que lo que hace es oír la voluntad popular y sopesarla, que para eso le pagamos. Y no un enano belicoso que se alía con la voz de la sangre en el mundo, que hace el ridículo cambiando su acento y poniéndose un sombrero de vaquero (ey, que los buenos eran los expoliados indios, nunca lo olvidemos), o que planta las pezuñas sobre la mesa de un criminal que dice tener una misión divina en la tierra.

La gente puede pasearse libremente, cogidos de la mano, sin que el hecho de tener el mismo grupo de cromosomas sea obstáculo alguno para ser considerados una familia. Mire usted, mi familia la escojo yo. La familia no es algo puesto ahí con una importancia en sí misma: tiene la que le damos. El resto, todo lo demás, son interpretaciones subyacentemente religiosas, no se equivoque.

Podría enumerar una larga lista de logros, y otra más corta de errores. Pero un gobierno se puede equivocar, de hecho todos lo hacen varias veces. Lo que no puede hacer es manipular la información, desoír un claro clamor popular o tomar por tontos a los ciudadanos.

Un país lo primero que necesita es libertad, y el resto de objetivos ser trabajados. Sin la primera... es como planificar la vida de un hijo que ni siquiera ha nacido aún.